jueves, 27 de septiembre de 2012

NUEVOS OJOS



“La travesía real del descubrimiento no consiste en hallar paisajes nuevos, sino en poseer nuevos ojos”
Marcel Proust

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Does the person create the journey or the journey creates the person?



La meta del Nos fuimos LaLviaje era sencilla: buscábamos inspiración y a su vez conocer Europa. Queríamos saber qué había del otro lado del océano. Pero también qué había del otro lado de nuestras vidas, de ese cristal que nos impide ver más allá de la rutina y las costumbres locales. Cargamos nuestras mochilas de interrogantes y allá fuimos, rumbo a lo desconocido, para conocernos mejor.

La mayor satisfacción de la travesía (recorrimos 30 ciudades y 11 países durante dos meses y medio) fue haber conocido amigos en cada uno de los lugares que visitamos. Y más que eso: fue compartir sus vidas, dormir en sus casas, cenar juntos, hablar de arte o debatir sobre política, compartir miedos y sueños, éxitos y fracasos, salir con sus amigos y conocer a sus familias. En fin, conocer la ciudad desde otra perspectiva; no como turistas, sino como locales.

Gran parte de la ayuda que recibimos durante nuestro viaje provino de Couchsurfing, una genial iniciativa que permite hospedar y ser hospedado en cualquier parte del mundo sin ningún tipo de intercambio monetario. Es un sistema  basado en la solidaridad, el respeto y la confianza. De este modo vivimos en casas de familia e hicimos amigos en: Berlín, Viena, Múnich, Paris, Londres, Roma, Barcelona, Madrid y Tours. Siempre a cambio de sonrisas, canciones, dibujos o simples conversaciones. Nuestros anfitriones nos recomendaron sitios que los turistas no conocen, nos ayudaron con la organización del viaje, nos consiguieron hospedajes en casas de amigos y hasta nos cuidaron cuando nos enfermamos.  

A medida que avanzábamos no sólo descubríamos paisajes, sino también a nosotros mismos. El viaje siempre te pone a prueba. Resolver los inconvenientes tratando de no repetir los errores te hace crecer como persona. Todo, cada una de las situaciones que se iban presentando día a día (trenes perdidos, direcciones equivocadas, accidentes, olvidos, gripes, malhumores, etc.), formaron parte de un aprendizaje continuo.  Un viaje siempre te enseña.

Con el paso de (primero) los días, (luego) las semanas y (finalmente) los meses fuimos comprendiendo que lo importante no era el fin, sino el camino. Recordamos aquella frase de Eduardo Galeano que dice: “¿Para qué sirve la utopía? Sirve para esto, para caminar”. Caminando fuimos creando nuestro sendero. Sabíamos nuestros destinos, pero no a dónde nos llevaría la aventura, ni qué nos esperaría al otro lado de la ruta. Esa bella incertidumbre fue la sal de nuestros días. Un viaje siempre te sorprende.  

Los sueños son para ser soñados. Por eso nos decidimos y remontamos nuestro barrilete, hecho de melodías, dibujos y atardeceres; de lunas y poesías, montañas y mares. Nos sorprendimos con obras de arte maravillosas creadas por genios de todo el mundo: Gaudí, Miguel Ángel, Dalí, Bernini, Da Vinci, Van Gogh, Rembrandt, Klimt, Picasso; nos deleitamos con manjares de las distintas regiones europeas; nos llenamos los ojos y el alma con paisajes tan bellos que parecían surrealistas; nos perdimos por las calles de Praga, Amsterdam, Venecia, Paris, Brujas, Roma, Budapest; conocimos personas maravillosas que jamás olvidaremos y de las cuales nos hemos hecho amigos. Un viaje siempre te conecta. 

Aprendimos también a ser ciudadanos del mundo. Al estar tan lejos de nuestra ciudad natal, de donde vivimos toda nuestra vida, tomamos conciencia y pensamos en muchas cosas que antes, cegados por el hastío y la rutina, no pensábamos. Esa otra percepción que desarrollamos nos permitió comprender que no somos de ningún lado, sino de todos. Que nuestra nación es nuestra quimera, nuestra frontera el temor a lo desconocido y el arte nuestra bandera. Somos capaces de todo, siempre y cuando estemos convencidos de ello. Un viaje siempre te fortalece.

Hoy, luego de semejante aventura, podemos afirmar que estas líneas no pretenden ser la conclusión de un viaje, sino el inicio de muchos que están por venir. El prefacio de un estilo de vida que esperamos conservar a pesar de los peros, las dudas o las condiciones en que vivamos de ahora en más. Porque citando a otro grande como Shakespeare: “El destino baraja las cartas, pero nosotros las jugamos”.
Estamos en el camino que elegimos caminar. Los naipes, como siempre, están sobre la mesa.

Continuará.

Iván SALO y Paola BOCCA.

AGRADECIMIENTOS:

Robeto Bocca, Silvana Rossi, Leandro Ciaffone, Lucas y Sebastián Fiorentino (Buenos Aires), Stephan y Maria Sophie (Berlín), Andreas (Viena), Esteban Ruseler (Múnich), Nicholas, Julien Dreux y Laure Elliot Smith (Paris), Balasz (Londres), Maurizio Delle Fratte (Roma), Claudio Gabis (Madrid), Natalia Pattini , Santiago García, Rosa y Paco (Madrid), Leandro e Inma Gómez (Barcelona), Benito, Elsa, Anne y Marcel Grelet (Tours).

Y un agradecimiento especial a Verónica Ganger, cómplice de todas nuestras locuras y siempre dispuesta a dar una mano para que cumplamos nuestros sueños. 


lunes, 27 de agosto de 2012

TOURS + NANTES

Conocimos a Benito y Elsa en febrero de 2012. Ellos fueron los primeros huéspedes que alojamos en nuestra casa a través de Couch Surfing. Queríamos saber cómo era alojar gente en tu propia casa, para luego vivir la experiencia en Europa y comprender mejor a nuestros anfitriones. En Buenos Aires ellos durmieron en nuestro living, los llevamos a Palermo, charlamos de la vida y prometimos visitarlos en su ciudad.  
 
Llegando al final de nuestro viaje por Europa arribamos a Tours para cumplir nuestra promesa. De este modo completábamos el círculo de la experiencia Couch Surfing. Benito trabaja en una bodega que está dentro de una caverna y en donde todo el año la temperatura natural se mantiene en 13 grados, lo cual permite que el vino se conserve sin necesidad de refrigeración artificial. Elsa es guía turística de castillos y con ella visitamos los castillos de Chenonceau y Amboise, en donde descansan los restos de Leonardo Da Vinci. Mejor no nos podría haber salido: con ellos conocimos los mejores castillos de la Región del Valle del Loira (declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO) y degustamos los más ricos vinos de Francia.



 


Pero lo más importante, sin lugar a dudas, es que terminamos de consolidar una gran amistad junto a dos maravillosas personas que comparten los mismos intereses que nosotros: arte, cine, literatura, música, viajes, locuras y filosofía de vida. Algo que, por suerte  o destino, nos sucedió con las personas de cada lugar de Europa que visitamos.

 
Los primeros días en Tours conocimos la ciudad. Visitamos la Catedral, los edificios más importantes y sus particulares casas, a las cuales se les agregaban vigas de madera para ganar espacio aéreo debido a lo caro que era construir sobre el suelo de aquella región. Elsa fue nuestra guía personal  y con ella terminábamos las excursiones tomando un trago a orillas del Loira, en un bar muy lindo y pintoresco, lugar de reunión para sus habitantes en donde también solía haber música en vivo.
 
Por las tardes, cuando Elsa y Benito regresaban de sus trabajos, nos preparábamos para nuestro ritual pagano: el apéritif. Un buen vino tinto, o en su defecto pastis (anís típico francés), una rica combinación de quesos, una baguette y largas horas de conversación eran la fórmula perfecta para matar las horas previas a la cena. Ésos encuentros son, sin temor a equivocarnos, los momentos que más se extrañan del viaje.
 
En una de aquellas tertulias vespertinas surgió la idea de hacer un road trip junto a nuestros amigos, así que nos invitaron a ir a la casa de campo de los padres de Elsa y luego a Nantes. Allí conocimos a Marcel y Anne, dos grandes personas que nos recibieron con una gran cena y muchas historias para compartir. Pasamos un día increíble de campo y luego partimos rumbo a la playa, a visitar al hermano de Benito.
Al otro día fuimos con Benito a Nantes y descubrimos una gran ciudad, muy relacionada al arte. En este viaje tuvimos el placer de conocer a Pascal, Marie y Françoise, amigos de Elsa y Benito con los que también compartimos un típico apéritif.


 

Luego volvimos a Tours para pasar los últimos dos días junto a nuestros amigos, antes de regresar a Amsterdam para tomar el vuelo de regreso a Buenos Aires.
Dejábamos así nuestra última ciudad europea, con la ambigua sensación de felicidad y tristeza. La primera por haber conocido otros dos grandes amigos y la segunda por saber que se acercaba el fin de nuestra aventura. Habían pasado ya dos meses y medio desde aquella primera noche en Amsterdam y eran muchas las historias que habíamos vivido, los lugares que habíamos conocido y las personas que dejábamos atrás. Pero todo ello será escrito en la próxima entrada, referida a las conclusiones.

viernes, 27 de julio de 2012

MADRID


Madrid es, de todas las ciudades europeas que visitamos, la más parecida a Buenos Aires. Los edificios que se abren paso a lo largo de la Gran Vía son de características similares a algunos que se pueden ver sobre la Avenida De Mayo, y el Parque El Retiro tiene algunas cosas de los Lagos de Palermo. Si a eso le sumamos que allí nos esperaba una gran amiga para hospedarnos por seis noches junto a su linda familia, ¡bingo! 




Llegamos a Madrid unos días antes de lo previsto debido a las circunstancias del viaje. Estábamos bastante cansados ya que habíamos recorrido muchísimos kilómetros en poco tiempo, por lo que llamamos a Naty y la sorprendimos con nuestra llegada anticipada. Con ella cursamos toda la escuela secundaria en Argentina pero desde principios del 2000 se instaló en España en donde conoció al amor de su vida, Santiago. Juntos ahora crían a Anne, una hermosa beba que es más linda que una muñeca. Y también cuidan de Pipo, un inteligentísimo y tierno border collie. Naty y Santi nos recibieron con unas cervezas y una rica cena. Nos pusimos al corriente de nuestras vidas y al otro día hicimos con Pao un viaje relámpago a Toledo, una increíble ciudad amurallada que aún conserva el aspecto medieval de antaño (junto a Brujas, Burgos y Fiésole son de las más antiguas que vimos).



Volvimos a Madrid con un calor de locos: 35 grados (que al parecer no son demasiado ya que en verano la temperatura suele trepar a ¡más de 40°!) y aprovechamos la luz del día para pasear por la ciudad. Fuimos a la Puerta de Alcalá y nos sacamos unas cuantas fotos frente a ese histórico sitio que aun conserva, como huellas de una guerra que no se puede olvidar, las marcas de las bombas sobre el cemento que fueran arrojadas en tiempos del Franquismo y la Guerra Civil Española. Luego seguimos caminando por esa zona y llegamos al Parque El Retiro, un enorme espacio verde con un lago en el medio y un Museo de Vidrio que es muy pintorezco por fuera pero que no tiene mucho para mostrar en su interior. Luego pasamos por una Feria de Libros usados, por el Museo del Prado y el Jardín Botánico y fuimos a almorzar a un bar llamado Hitchcock.



Al día siguiente aprovechamos que era fin de semana y paseamos con nuestros amigos. Pasamos el domingo en el famoso Mercado El Rastro, que se desarrolla a lo largo de una zona de calles en donde miles de puesteros ofrecen todo tipo de mercaderías. El mercado estaba repleto de familias, como es costumbre cuando hay buen tiempo. Luego de recorrer la zona por unas horas tomamos un aperitivo en un bar y nos fuimos a preparar la cena de esa noche (deliciosas empanadas criollas hechas por Pao), previo paso por IKEA, la tienda sueca de productos para el hogar más importante de Europa. Santi y Naty nos brindaron todas las comodidades y ya desde la primera noche nos sentíamos como en nuestra propia casa. 




Durante los días de semana que siguieron continuamos recorriendo y conociendo Madrid. Nos perdimos por sus calles, admiramos sus bellos edificios y sus verdes parques, visitamos la Plaza Mayor y la Puerta del Sol, caminamos la Gran Via y la Calle de Alcalá, dimos una vuelta por la zona del Palacio Real, vimos el Templo de Debod, fuimos al Museo Reina Sofía y al Santigo Bernabeu (estadio del Real Madrid), y disfrutamos de unos sabrosísimos montaditos acompañados siempre de fresquísimas cañas (así le llaman en Madrid a los vasos de cerveza).   

Pero también aprovechamos para descansar y conocer otro hermoso pueblo: San Agustín de Guadalix, que queda a menos de 40 kilómetros de Madrid y es el sitio en donde viven Naty y Santi. Con ellos fuimos el último día a visitar el huerto que están construyendo entre las sierras (una iniciativa digna de admirar e imitar), en un lugar puro y natural que inspira paz y tranquilidad. 



Un día antes había tenido una entrevista radial en vivo (acústico incluido) con el maestro Claudio Gabis, gran guitarrista de Manal: banda mítica y fundacional del Rock argentino y latinoamericano. Fue en su programa de la Radio del Círculo de Bellas Artes. Claudio es un excelente músico y gran profesional, pero sobre todo un gran tipo con un corazón enorme que me dio la posibilidad de hacerme conocer en Madrid y poder contar mi carrera y mi proyecto de documental que estuve grabando en Europa. Esto sin dudas fue, junto a aquel ensayo con el grupo Noi en Berlin, un suceso que jamás podré olvidar. Como siempre, tuve al amor de mi vida bien cerca, acompañándome y documentando todo lo que sucedía. 



La última noche antes de partir rumbo al País Vasco Santiago nos invitó a comer un asado a la casa de sus padres, Paco y Rosa, con quienes disfrutamos de una gran despedida junto a Anne, Naty y Pipo. 

Y de pronto allí estábamos: cenando bajo un cielo estrellado en algún rincón de San Agustín de Guadalix, junto a hermosas personas (al igual que en Berlín, Viena, Paris, Múnich, Londres, Roma y Barcelona), disfrutando de un típico asado y charlando sobre el viaje, la vida y los sueños. Allá, del otro lado del océano, tan lejos y tan cerca, como si el mar fuera un espejismo, como si el viaje no fuera un viaje, sino una película. Nuestra película. Un film con final abierto y al cual, todavía, le quedaban varios capítulos por recorrer.

En eso pensábamos, mientras la tímida brisa que atenuaba las brasas del asado nos refrescaba el alma, una calurosa noche en San Agustín, cerca de Madrid.

lunes, 16 de julio de 2012

BARCELONA


Barcelona fue la primera ciudad española que visitamos y vale aclarar que España ha sido otro destino que nos cayó muy bien, no sólo por compartir el idioma sino también por las similitudes gastronómicas y arquitectónicas que hay con nuestro país.  Aquí teníamos la posibilidad de hospedarnos en lo de dos colegas músicos, pero como llegamos en vísperas de feriado ellos no estaban en la ciudad y tuvimos que pasar las primeras cuatro noches en hostels.

La primera noche la pasamos en un hostel ubicado en la Barceloneta (la playa del centro de Barcelona) que no es muy linda pero al menos nos sirvió para descansar un poco al sol. La Barceloneta es una zona joven en donde se respira fiesta, música y apertura multicultural, como sucede en la mayoría de los barrios de Barcelona. Nos encontramos con una ciudad muy “open mind”, diferente al resto de las ciudades que veníamos visitando y muy parecida en ese sentido a Amsterdam.

Pero más allá de la bohemia, la buena onda y la juventud característica de esta gran ciudad, hay una verdad que es innegable: Barcelona es Gaudí. Su genio ornamenta la ciudad como nadie lo pudo haber hecho, dándole a Barcelona un toque distinto, una originalidad propia de esas ciudades que dan un salto y pasan a ser únicas, como lo son Paris, Praga o Venecia.


Al apreciar sus obras uno piensa que Gaudí vivió varios siglos adelantado: como si hubiera venido del futuro para crear una obra gigantesca y sin igual, incomprendida para la gente de su época (e incluso para nuestra generación). De toda su obra, lo que más nos conmovió fue la Sagrada Familia. Si verla de afuera nos deja boquiabiertos, ni hablar de lo que causa estando en su interior, en esa maravilla arquitectónica que emula un bosque tan alto como el cielo, y a la vez tan supremo y omnipotente como el mismísimo Dios. 



Otro lugar inolvidable e increíblemente bello es el Parc Güell, también ornamentado por Gaudí. Si no fuera por sus intervenciones (esculturas, muros, suelos, escaleras, paredes, dragones y figuras de animales marítimos), estaríamos ante la presencia de un parque más. Pero al caminar sus senderos y al apreciar las coloridas y originales esculturas que este singular arquitecto diseñó, se tiene la sensación de estar en la cabeza de un genio, observando en persona la inspiración que alguna vez brotó de su cerebro. Parc Güell se convierte, de este modo, en un lugar mágico. 



Completan la maravillosa obra de Gaudí dos casas que diseñó por encargo: Casa Pedrera (pudimos observarla de afuera pero no pudimos ingresar) y la espectacular Casa Batlló.

Casa Batlló es un sueño hecho casa. Aquí Gaudí sintetizó sus ideas más alocadas y  todo su potencial: la inspiración de un artista en su punto más alto. Es un lugar lúdico y onírico, en donde ya desde su fachada se puede advertir la fuente máxima de la inspiración de Gaudí: el océano. Todo lo que se ve en este edificio es producto de la iluminación de un artista que se basó en las formas, los colores y los movimientos del ecosistema marítimo para enarbolar un modo único de construcción en donde las ventanas parecen ostras, las ventilaciones aletas de tiburones, los suelos fondos oceánicos, los techos cavernas subacuáticas y las habitaciones costillas de ballenas.  Incluso hoy día, con los avances académicos y tecnológicos, Casa Batlló es considerada por los profesionales del rubro como una de las construcciones más modernas de la historia de la arquitectura. Y eso que fue construida a principios del siglo XX…


Otra zona muy linda de Barcelona es la Rambla, lugar típico de una ciudad en donde el puerto y la actividad pesquera son muy importantes (cabe aclarar que Catalunya es una región que desde hace muchísimo tiempo lucha por lograr su independencia y cuenta para ello con un gran potencial económico, basado en los ingresos portuarios, que le permitiría la autonomía).

El anteúltimo día recorrimos otra zona encantadora de esta gran ciudad: el Barrio Gótico. Es un lugar muy bello e histórico, sobre todo por sus edificaciones, sus calles y su movida nocturna, con excelentes bares para degustar unos ricos montaditos acompañados de unas frescas cañas. 

Esa misma noche conocimos finalmente a Inma Gómes y Leandro, su pareja. Ella es una gran música y cantante de jazz oriunda de Sevilla que ahora está dando sus pasos como solista en Barcelona, y él es un argentino que desde hace muchos años vive en Barcelona y además es el manager de Inma. Con ellos compartimos una hermosa cena en su casa y nos invitaron a quedarnos un día más en la ciudad, ofrecimiento que aceptamos con muchísimo gusto. 

Aproveché y filmé a Inma para mi documental sobre músicos de Europa y disfrutamos dos noches maravillosas junto a esta linda pareja, quedando la puerta abierta para volver a Barcelona cuando queramos. Algo que no nos costará demasiado, ya que tanto en Barcelona como en Madrid (nuestro siguiente destino) haríamos grandes amigos, quedándonos con las ganas de visitarlos nuevamente, lo cual, obviamente, esperamos hacer. 

jueves, 5 de julio de 2012

SORRENTO, POSITANO y RIOMAGGIORE


Italia fue, en líneas generales, el país que más nos gustó. Al haberlo recorrido en auto de norte a sur tuvimos la suerte de observar  toda su geografía, sus montañas, aldeas y pueblos medievales que se extienden a lo largo de la “bota”. De todo lo que vimos, lo que más nos gustó fueron las playas del sur, más precisamente la Costa Amalfitana.
 
Empezamos por SORRENTO. A medida que íbamos llegando, manejando por las colinas, nos adentrábamos en un paisaje de película. Desde las alturas observábamos cómo iba surgiendo el mar entre enormes acantilados, formando pequeñas playas rocosas. La ruta subía y bajaba según el capricho de la montaña y, cuando el serpenteo lo permitía, estacionábamos el auto para poder tomar unas fotos de ese paisaje surrealista. El sur de Italia es uno de esos lugares que te detienen en tiempo y espacio y te hacen dudar de la realidad.

Luego de pasar un buen tiempo disfrutando de la vista llegamos a Sorrento y bajamos a la playa. El problema de las playas de esta zona es que son rocosas y no tienen mucho espacio para acostarse ya que surgen como por arte de magia frente a enormes acantilados moldeados por la erosión del  viento y el agua. De este modo es difícil echarse al sol y también entrar al mar, lo cual es conveniente hacer con mucha prudencia. Como el tiempo no estaba lindo solo tomamos unos tragos en el bar de un muelle, admirando la inmensidad del océano.
Por la tarde presenciamos un hermoso atardecer desde el patio del hotel que quedaba en el descanso de una colina y tenía una vista increíble del mar. Fue otro momento inolvidable del viaje que inmortalizamos en nuestras retinas.  Por la noche bajamos al pueblo y cenamos en una típica cantina con música italiana en vivo y un rico vino de la región.
Luego fuimos a POSITANO y encontramos en este pueblo uno de los mejores destinos de todo nuestro viaje. Positano debe estar dibujado. Se nos hace que algún artista, pintor o ilustrador imaginó este pueblito y que algún día esa ilusión se escapó de su mente y cobró vida en esta parte del sur de Italia. Es difícil explicar en prosa la maravillosa sensación que causa observar sus playas, sus casitas de colores puestas como con la mano sobre las colinas, sus imponentes acantilados y todo el colorido tradicional que se despliega, cual pincelada artística, sobre el manto de una montaña que parece irreal.


Bajamos hasta donde el camino lo permitió con el auto, lo estacionamos en un garaje improvisado dentro de un hueco hecho en la montaña y descendimos la última parte de la colina a pie, mezclándonos con la gente del lugar e impregnándonos de las costumbres locales. Ese fue, incluso, uno de los días más soleados de nuestro viaje y pudimos disfrutar de un excelente día de playa en un lugar soñado, al cual esperamos volver para pasar algo más que una tarde.

RIOMAGGIORE fue el tercer y último destino de la Costa sur italiana. Es un bellísimo pueblo pesquero que forma parte de la región denominada Cinqueterre, que son cinco destinos a los cuales se arriba sólo en tren o en barco, ya que los caminos son bastante difíciles de transitar en auto. Aquí también nos encontramos con otro paraíso natural. En este caso un poco más rústico y salvaje que Sorrento y Positano, ya que sus playas no constituyen un destino netamente turístico y aun conservan su virginidad natural. Se llega al pueblito descendiendo por una pintoresca calle a cuyos lados se abren paso pequeños negocios y almacenes. Y completan el cuadro las tradicionales casas de colores que parecen sostenidas por las sogas en donde los habitantes cuelgan sus prendas para secar al sol. Cuando se llega a la base de la montaña se abre paso una escalera de piedra que te conduce, a través de un sendero, a una bahía encerrada entre dos enormes acantilados que parecen no tener fin. La playa de Riomaggiore es la más rústica y rocosa de todas, pero a la vez la más romántica. Ese día el clima estuvo bastante ciclotímico pero pudimos darnos algunos chapuzones (entrando como lagartos al agua, para no resbalarnos con las piedras) y disfrutar de esas incomparables playas.


Abandonamos el último destino de la costa sur de Italia disfrutando de los paisajes que la montaña nos regalaba a través de los cristales del auto y deteniéndonos a observar su grandeza en cada parador. Nos esperaban Niza y Marsella, en la Costa Azul, zona que visitaríamos solo de pasada antes de llegar a otro importante destino del viaje: Barcelona.   

martes, 26 de junio de 2012

ROMA - 20 al 24 de mayo 2012


Roma es tan imponente como su historia. En cada calle se respira la tradición de una ciudad mágica y mitológica. Hay tantas cosas para ver que se tiene la impresión de que el tiempo nunca es suficiente.
Lo primero que visitamos fue la Fontana De Trevi, una experiencia impactante. Tuvimos que sortear las avalanchas de personas que se aglomeraban sobre la fuente pero finalmente pudimos arrojar nuestra moneda y disfrutar de esa bella obra que te deja con la boca abierta. Luego seguimos paseando por las calles hasta llegar al mítico Panteón, construido por Adriano en el año 126. Es un edificio magnífico que por suerte ha sido muy bien conservado. En su  interior sobresale la gran cúpula con su ojo por donde ingresa la luz natural que ilumina todo el recinto y las tumbas de algunos reyes de Italia. Este fue otro de los sitios europeos que nos conmovieron.


Ese mismo día hubo una manifestación de diversos grupos políticos que repudiaban un ataque de la mafia italiana en donde habían matado con una bomba a un niño por un ajuste de cuentas. La mafia es un gran problema que Italia no puede solucionar. Pero la gente ya no se calla como antes, ahora repudia públicamente estos lamentables sucesos. Terminamos nuestro primer día tomando un rico capuccino en el bar llamado “El mejor café del mundo” (que realmente hacía honor a su nombre).
El segundo día visitamos las Plazas Venecia, España y Navona y también la zona del Área Sacra. Hasta allí estábamos durmiendo en un camping en las afueras de la ciudad y se nos hacía difícil viajar al centro. Pero al tercer día apareció un nuevo couch, Mauricio, quien nos invitó a pasar los últimos dos días en su departamento, bien cerca del centro romano. Mauricio es un experto en historia italiana, más precisamente romana, y también un gran aventurero que vive 6 meses en su querida Roma y otros 6 meses en Argentina. La pasamos muy bien en su departamento y allí conocimos a otra pareja de argentinos oriundos de Mendoza.


Con el mapa y las indicaciones de Mauricio en mano, continuamos recorriendo Roma. El tercer día se lo dedicamos exclusivamente al Coliseo y al Palatino. El anfiteatro más famoso del mundo es impresionante, tanto por fuera como por dentro. Allí pasaron cosas bastante fuertes (cacerías humanas, matanzas de animales, sacrificios), por eso se siente una energía fuerte dentro del edificio, una sensación difícil de explicar. Sin dudas fue otra experiencia inolvidable. El Palatino es la cuna de la Roma antigua y desde donde se empezó a forjar la historia de la ciudad. Al caminar el monte se tiene la sensación de estar viviendo varios siglos atrás.
El último día fuimos al Museo del Vaticano y vimos la Capilla Sixtina, con las famosas pinturas de Miguel Ángel acaparando la atención de todos. Las imágenes que se ven allí son increíbles, impactantes y apocalípticas. Luego visitamos la Plaza del Vaticano y la Catedral de San Pedro que es, lejos, la más grande y suntuosa de toda Europa.
Finalizamos nuestra estadía en Roma con una cena en lo de Mauricio junto a los mendocinos y también con Máximo, un músico amigo de nuestro anfitrión que se prestó para la filmación de mi documental. Zapamos unos blues y charlamos de mitos, dioses y emperadores hasta bien entrada la noche romana.

miércoles, 20 de junio de 2012

VENECIA y FLORENCIA - 14 al 20 de Mayo 2012

VENECIA

Después de Brujas pensamos que ya pocos lugares podrían sorprendernos, pero nos volvimos a equivocar. Venecia es especial. En realidad, Italia es especial. Un país con múchisima historia, cultura y paisajes impresionantes. Venecia es uno de ellos, con sus hermosos canales, sus tradicionales casas al borde del agua, las ropas secándose al sol en cada balcón y las góndolas llevando parejas de enamorados de aquí para allá. Le agregamos una rica comida italiana (pastas o pizza) y una serenata a la luz de la luna y tenemos el combo perfecto para disfrutar de uno de los lugares más bellos del mundo.


Paramos en un camping en las afueras de Venecia, con lo cual cada mañana debíamos tomar un bus que en apenas 30 minutos nos acercaba a la isla. El auto dormía en el camping (un automóvil en Venecia es tan útil como un barco en Caballito). En Venecia hay tantos canales que aún con un mapa en la mano es difícil ubicarse, con lo cual lo mejor es dejarse atrapar por el laberinto y perderse en la ciudad, para poder descubrir aquellos lugares que a veces no aparecen en los mapas.


Luego de recorrer toda Venecia, tomamos un barco y nos hicimos una excursión por otras dos hermosas islas: Murano y Burano. La primera famosa por sus vidrios, y la segunda por sus casas de colores y sus hermosos paisajes, sin dudas uno de los destinos que más nos sorprendió en todo el viaje.   
Pasamos otros dos días de cuento en Venecia. Sin darnos cuenta, cuando pensábamos que todo había sido un sueño, nos encontramos en otro lugar increíble: Florencia.

FLORENCIA
“Lo mejor de Florencia está en las iglesias”, nos dijo un brasileño que conocimos en un autobús, y el hombre no se equivocó. Florencia es, al igual que Roma, una ciudad con muchísima historia relacionada al catolicismo. Santa Maria del Fiore, la Catedral de Florencia ubicada en La Piazza del Duomo, es una de las más hermosas que vimos en toda Europa. Vale la pena detenerse frente a su fachada y contemplarla durante varios minutos porque es una obra de arte arquitectónica sin igual.

También visitamos las fontanas y piazzas características de la ciudad, como Piazza de la República, la Fontanta del Porcelino y las Piazzas de la Signoría y Degli Ufisi.
Florencia también cuenta con una gran cantidad de obras de arte que descansan en sus iglesias. Por ejemplo, en una de ellas nos encontramos casi sin querer contemplando un bello “Cristo de madera” tallado ni más ni menos que por Miguel Ángel. Otra obra que no se puede dejar de apreciar es el “David”, ubicado frente al Palazzo Vecchio. Una obra estéticamente perfecta, suprema.
Lo mejor de la ciudad está sobre el Rio Arno: el Ponte Vecchio. Desde ese romántico lugar fuimos testigos de un inolvidable atardecer en donde el sol se puso sobre el rio y regaló una postal para todos los que disfrutábamos de ese maravilloso instante.

Por la noche fuimos a un restaurante a cenar unas ricas pastas y tomamos unos tragos en un pub, en una zona que nos recomendó María Laura, la joven recepcionista del hotel donde nos hospedábamos que es Rosarina y está estudiando cello en Italia. Ella también nos recomendó visitar Fiésole, una ciudad casi medieval ubicada en las colinas de la Región Toscana. Fuimos durante un día y nos encantó.
Para despedirnos de esta gran ciudad nos deleitamos con una hermosa vista panorámica desde lo más alto de la Piazzale Michelangelo. Antes de la cúspide hay un jardín de rosas que también vale la pena visitar, sobre todo en tiempos primaverales.

Estuvimos cuatro días en Florencia y podemos afirmar que se trata de una de las ciudades más bonitas y ricas en historia que hay en toda Europa. Para el que piense en visitarla, no dude en hacerlo.