“La travesía real del
descubrimiento no consiste en hallar paisajes nuevos, sino en poseer nuevos
ojos”
Marcel Proust
*
Does the person create
the journey or the journey creates the person?
La meta del viaje era sencilla: buscábamos inspiración y
a su vez conocer Europa. Queríamos saber qué había del otro lado del océano. Pero
también qué había del otro lado de nuestras vidas, de ese cristal que nos
impide ver más allá de la rutina y las costumbres locales. Cargamos nuestras
mochilas de interrogantes y allá fuimos, rumbo a lo desconocido, para
conocernos mejor.
La mayor satisfacción de la travesía (recorrimos
30 ciudades y 11 países durante dos meses y medio) fue haber conocido amigos en
cada uno de los lugares que visitamos. Y más que eso: fue compartir sus vidas, dormir
en sus casas, cenar juntos, hablar de arte o debatir sobre política, compartir
miedos y sueños, éxitos y fracasos, salir con sus amigos y conocer a sus
familias. En fin, conocer la ciudad desde otra perspectiva; no como turistas,
sino como locales.
Gran parte de la ayuda que recibimos durante
nuestro viaje provino de Couchsurfing,
una genial iniciativa que permite hospedar y ser hospedado en cualquier parte
del mundo sin ningún tipo de intercambio monetario. Es un sistema basado en la solidaridad, el respeto y la
confianza. De este modo vivimos en casas de familia e hicimos amigos en:
Berlín, Viena, Múnich, Paris, Londres, Roma, Barcelona, Madrid y Tours. Siempre
a cambio de sonrisas, canciones, dibujos o simples conversaciones. Nuestros
anfitriones nos recomendaron sitios que los turistas no conocen, nos ayudaron
con la organización del viaje, nos consiguieron hospedajes en casas de amigos y
hasta nos cuidaron cuando nos enfermamos.
A medida que avanzábamos no sólo descubríamos
paisajes, sino también a nosotros mismos. El viaje siempre te pone a prueba. Resolver
los inconvenientes tratando de no repetir los errores te hace crecer como
persona. Todo, cada una de las situaciones que se iban presentando día a día
(trenes perdidos, direcciones equivocadas, accidentes, olvidos, gripes,
malhumores, etc.), formaron parte de un aprendizaje continuo. Un viaje siempre te enseña.
Con el paso de (primero) los días, (luego) las
semanas y (finalmente) los meses fuimos comprendiendo que lo importante no era
el fin, sino el camino. Recordamos aquella frase de Eduardo Galeano que dice: “¿Para qué sirve la utopía? Sirve para esto,
para caminar”. Caminando fuimos creando nuestro sendero. Sabíamos nuestros
destinos, pero no a dónde nos llevaría la aventura, ni qué nos esperaría al
otro lado de la ruta. Esa bella incertidumbre fue la sal de nuestros días. Un
viaje siempre te sorprende.
Los sueños son para ser soñados. Por eso nos decidimos
y remontamos nuestro barrilete, hecho de melodías, dibujos y atardeceres; de
lunas y poesías, montañas y mares. Nos sorprendimos con obras de arte
maravillosas creadas por genios de todo el mundo: Gaudí, Miguel Ángel, Dalí,
Bernini, Da Vinci, Van Gogh, Rembrandt, Klimt, Picasso; nos deleitamos con manjares
de las distintas regiones europeas; nos llenamos los ojos y el alma con
paisajes tan bellos que parecían surrealistas; nos perdimos por las calles de Praga,
Amsterdam, Venecia, Paris, Brujas, Roma, Budapest; conocimos personas maravillosas
que jamás olvidaremos y de las cuales nos hemos hecho amigos. Un viaje siempre
te conecta.
Aprendimos también a ser ciudadanos del mundo. Al
estar tan lejos de nuestra ciudad natal, de donde vivimos toda nuestra vida,
tomamos conciencia y pensamos en muchas cosas que antes, cegados por el hastío
y la rutina, no pensábamos. Esa otra
percepción que desarrollamos nos permitió comprender que no somos de ningún
lado, sino de todos. Que nuestra nación es nuestra quimera, nuestra frontera el
temor a lo desconocido y el arte nuestra bandera. Somos capaces de todo,
siempre y cuando estemos convencidos de ello. Un viaje siempre te fortalece.
Hoy, luego de semejante aventura, podemos
afirmar que estas líneas no pretenden ser la conclusión de un viaje, sino el
inicio de muchos que están por venir. El prefacio de un estilo de vida que
esperamos conservar a pesar de los peros, las dudas o las condiciones en que
vivamos de ahora en más. Porque citando a otro grande como Shakespeare: “El
destino baraja las cartas, pero nosotros las jugamos”.
Estamos en el camino que elegimos caminar. Los
naipes, como siempre, están sobre la mesa.
Continuará.
Iván SALO y Paola BOCCA.
AGRADECIMIENTOS:
Robeto
Bocca, Silvana Rossi, Leandro Ciaffone, Lucas y Sebastián Fiorentino (Buenos
Aires), Stephan y Maria Sophie (Berlín), Andreas (Viena), Esteban Ruseler
(Múnich), Nicholas, Julien Dreux y Laure Elliot Smith (Paris), Balasz
(Londres), Maurizio Delle Fratte (Roma), Claudio Gabis (Madrid), Natalia
Pattini , Santiago García, Rosa y Paco (Madrid), Leandro e Inma Gómez
(Barcelona), Benito, Elsa, Anne y Marcel Grelet (Tours).
Y un
agradecimiento especial a Verónica Ganger, cómplice de todas nuestras locuras y
siempre dispuesta a dar una mano para que cumplamos nuestros sueños.