Roma es tan
imponente como su historia. En cada calle se respira la tradición de una ciudad
mágica y mitológica. Hay tantas cosas para ver que se tiene la impresión de que
el tiempo nunca es suficiente.
Lo primero
que visitamos fue la Fontana De Trevi, una experiencia impactante. Tuvimos que
sortear las avalanchas de personas que se aglomeraban sobre la fuente pero
finalmente pudimos arrojar nuestra moneda y disfrutar de esa bella obra que te
deja con la boca abierta. Luego seguimos paseando por las calles hasta llegar
al mítico Panteón, construido por Adriano en el año 126. Es un edificio
magnífico que por suerte ha sido muy bien conservado. En su interior sobresale la gran cúpula con su ojo
por donde ingresa la luz natural que ilumina todo el recinto y las tumbas de
algunos reyes de Italia. Este fue otro de los sitios europeos que nos
conmovieron.
Ese mismo día hubo una manifestación de diversos grupos políticos
que repudiaban un ataque de la mafia italiana en donde habían matado con una
bomba a un niño por un ajuste de cuentas. La mafia es un gran problema que
Italia no puede solucionar. Pero la gente ya no se calla como antes, ahora
repudia públicamente estos lamentables sucesos. Terminamos nuestro primer día
tomando un rico capuccino en el bar llamado “El mejor café del mundo” (que
realmente hacía honor a su nombre).
El segundo
día visitamos las Plazas Venecia, España y Navona y también la zona del Área
Sacra. Hasta allí estábamos durmiendo en un camping en las afueras de la ciudad
y se nos hacía difícil viajar al centro. Pero al tercer día apareció un nuevo
couch, Mauricio, quien nos invitó a pasar los últimos dos días en su
departamento, bien cerca del centro romano. Mauricio es un experto en historia
italiana, más precisamente romana, y también un gran aventurero que vive 6
meses en su querida Roma y otros 6 meses en Argentina. La pasamos muy bien en
su departamento y allí conocimos a otra pareja de argentinos oriundos de
Mendoza.
Con el mapa
y las indicaciones de Mauricio en mano, continuamos recorriendo Roma. El tercer
día se lo dedicamos exclusivamente al Coliseo y al Palatino. El anfiteatro más
famoso del mundo es impresionante, tanto por fuera como por dentro. Allí
pasaron cosas bastante fuertes (cacerías humanas, matanzas de animales,
sacrificios), por eso se siente una energía fuerte dentro del edificio, una
sensación difícil de explicar. Sin dudas fue otra experiencia inolvidable. El
Palatino es la cuna de la Roma antigua y desde donde se empezó a forjar la
historia de la ciudad. Al caminar el monte se tiene la sensación de estar viviendo
varios siglos atrás.
El último
día fuimos al Museo del Vaticano y vimos la Capilla Sixtina, con las famosas
pinturas de Miguel Ángel acaparando la atención de todos. Las imágenes que se
ven allí son increíbles, impactantes y apocalípticas. Luego visitamos la Plaza
del Vaticano y la Catedral de San Pedro que es, lejos, la más grande y suntuosa
de toda Europa.
Finalizamos
nuestra estadía en Roma con una cena en lo de Mauricio junto a los mendocinos y
también con Máximo, un músico amigo de nuestro anfitrión que se prestó para la
filmación de mi documental. Zapamos unos blues y charlamos de mitos, dioses y
emperadores hasta bien entrada la noche romana.
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