VENECIA
Después de Brujas pensamos que ya pocos lugares podrían sorprendernos, pero nos volvimos a equivocar. Venecia es especial. En realidad, Italia es especial. Un país con múchisima historia, cultura y paisajes impresionantes. Venecia es uno de ellos, con sus hermosos canales, sus tradicionales casas al borde del agua, las ropas secándose al sol en cada balcón y las góndolas llevando parejas de enamorados de aquí para allá. Le agregamos una rica comida italiana (pastas o pizza) y una serenata a la luz de la luna y tenemos el combo perfecto para disfrutar de uno de los lugares más bellos del mundo.
Paramos en un camping en las afueras de Venecia, con lo cual
cada mañana debíamos tomar un bus que en apenas 30 minutos nos acercaba a la isla.
El auto dormía en el camping (un automóvil en Venecia es tan útil como un barco
en Caballito). En Venecia hay tantos canales que aún con un mapa en la mano es difícil
ubicarse, con lo cual lo mejor es dejarse atrapar por el laberinto y perderse
en la ciudad, para poder descubrir aquellos lugares que a veces no aparecen en
los mapas.
Luego de recorrer toda Venecia, tomamos un barco y nos
hicimos una excursión por otras dos hermosas islas: Murano y Burano. La primera
famosa por sus vidrios, y la segunda por sus casas de colores y sus hermosos
paisajes, sin dudas uno de los destinos que más nos sorprendió en todo el
viaje.
Pasamos
otros dos días de cuento en Venecia. Sin darnos cuenta, cuando pensábamos que
todo había sido un sueño, nos encontramos en otro lugar increíble: Florencia.
FLORENCIA
“Lo mejor de Florencia está en las iglesias”,
nos dijo un brasileño que conocimos en un autobús, y el hombre no se equivocó.
Florencia es, al igual que Roma, una ciudad con muchísima historia relacionada
al catolicismo. Santa Maria del Fiore, la Catedral de Florencia ubicada en La
Piazza del Duomo, es una de las más hermosas que vimos en toda Europa. Vale la
pena detenerse frente a su fachada y contemplarla durante varios minutos porque
es una obra de arte arquitectónica sin igual.
También
visitamos las fontanas y piazzas características de la ciudad, como Piazza de
la República, la Fontanta del Porcelino y las Piazzas de la Signoría y Degli
Ufisi.
Florencia
también cuenta con una gran cantidad de obras de arte que descansan en sus
iglesias. Por ejemplo, en una de ellas nos encontramos casi sin querer
contemplando un bello “Cristo de madera” tallado ni más ni menos que por Miguel Ángel.
Otra obra que no se puede dejar de apreciar es el “David”, ubicado frente al
Palazzo Vecchio. Una obra estéticamente perfecta, suprema.
Lo mejor de
la ciudad está sobre el Rio Arno: el Ponte Vecchio. Desde ese romántico lugar
fuimos testigos de un inolvidable atardecer en donde el sol se puso sobre el
rio y regaló una postal para todos los que disfrutábamos de ese maravilloso
instante.
Por la
noche fuimos a un restaurante a cenar unas ricas pastas y tomamos unos tragos
en un pub, en una zona que nos recomendó María Laura, la joven recepcionista
del hotel donde nos hospedábamos que es Rosarina y está estudiando cello en
Italia. Ella también nos recomendó visitar Fiésole, una ciudad casi medieval
ubicada en las colinas de la Región Toscana. Fuimos durante un día y nos
encantó.
Para despedirnos
de esta gran ciudad nos deleitamos con una hermosa vista panorámica desde lo
más alto de la Piazzale Michelangelo. Antes de la cúspide hay un jardín de
rosas que también vale la pena visitar, sobre todo en tiempos primaverales.
Estuvimos cuatro días en Florencia y podemos afirmar que se trata de una de las ciudades más bonitas y ricas en historia que hay en toda Europa. Para el que piense en visitarla, no dude en hacerlo.
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