Madrid es,
de todas las ciudades europeas que visitamos, la más parecida a Buenos Aires.
Los edificios que se abren paso a lo largo de la Gran Vía son de
características similares a algunos que se pueden ver sobre la Avenida De Mayo,
y el Parque El Retiro tiene algunas cosas de los Lagos de Palermo. Si a eso le
sumamos que allí nos esperaba una gran amiga para hospedarnos por seis noches
junto a su linda familia, ¡bingo!
Llegamos a
Madrid unos días antes de lo previsto debido a las circunstancias del viaje.
Estábamos bastante cansados ya que habíamos recorrido muchísimos kilómetros en
poco tiempo, por lo que llamamos a Naty y la sorprendimos con nuestra llegada
anticipada. Con ella cursamos toda la escuela secundaria en Argentina pero
desde principios del 2000 se instaló en España en donde conoció al amor de su
vida, Santiago. Juntos ahora crían a Anne, una hermosa beba que es más linda
que una muñeca. Y también cuidan de Pipo, un inteligentísimo y tierno border
collie. Naty y Santi nos recibieron con unas cervezas y una rica cena. Nos
pusimos al corriente de nuestras vidas y al otro día hicimos con Pao un viaje
relámpago a Toledo, una increíble ciudad amurallada que aún conserva el aspecto
medieval de antaño (junto a Brujas, Burgos y Fiésole son de las más antiguas
que vimos).
Volvimos a
Madrid con un calor de locos: 35 grados (que al parecer no son demasiado ya que
en verano la temperatura suele trepar a ¡más de 40°!) y aprovechamos la luz del
día para pasear por la ciudad. Fuimos a la Puerta de Alcalá y nos sacamos unas
cuantas fotos frente a ese histórico sitio que aun conserva, como huellas de
una guerra que no se puede olvidar, las marcas de las bombas sobre el cemento
que fueran arrojadas en tiempos del Franquismo y la Guerra Civil Española.
Luego seguimos caminando por esa zona y llegamos al Parque El Retiro, un enorme
espacio verde con un lago en el medio y un Museo de Vidrio que es muy
pintorezco por fuera pero que no tiene mucho para mostrar en su interior. Luego
pasamos por una Feria de Libros usados, por el Museo del Prado y el Jardín
Botánico y fuimos a almorzar a un bar llamado Hitchcock.
Al día
siguiente aprovechamos que era fin de semana y paseamos con nuestros amigos.
Pasamos el domingo en el famoso Mercado El
Rastro, que se desarrolla a lo largo de una zona de calles en donde miles
de puesteros ofrecen todo tipo de mercaderías. El mercado estaba repleto de
familias, como es costumbre cuando hay buen tiempo. Luego de recorrer la zona
por unas horas tomamos un aperitivo en un bar y nos fuimos a preparar la cena
de esa noche (deliciosas empanadas criollas hechas por Pao), previo paso por
IKEA, la tienda sueca de productos para el hogar más importante de Europa.
Santi y Naty nos brindaron todas las comodidades y ya desde la primera noche
nos sentíamos como en nuestra propia casa.
Durante los
días de semana que siguieron continuamos recorriendo y conociendo Madrid. Nos
perdimos por sus calles, admiramos sus bellos edificios y sus verdes parques,
visitamos la Plaza Mayor y la Puerta del Sol, caminamos la Gran Via y la Calle
de Alcalá, dimos una vuelta por la zona del Palacio Real, vimos el Templo de
Debod, fuimos al Museo Reina Sofía y al Santigo Bernabeu (estadio del Real
Madrid), y disfrutamos de unos sabrosísimos montaditos acompañados siempre de fresquísimas
cañas (así le llaman en Madrid a los vasos de cerveza).
Pero
también aprovechamos para descansar y conocer otro hermoso pueblo: San Agustín
de Guadalix, que queda a menos de 40 kilómetros de Madrid y es el sitio en
donde viven Naty y Santi. Con ellos fuimos el último día a visitar el huerto
que están construyendo entre las sierras (una iniciativa digna de admirar e
imitar), en un lugar puro y natural que inspira paz y tranquilidad.
Un día
antes había tenido una entrevista radial en vivo (acústico incluido) con el
maestro Claudio Gabis, gran guitarrista de Manal:
banda mítica y fundacional del Rock argentino y latinoamericano. Fue en su
programa de la Radio del Círculo de Bellas Artes. Claudio es un excelente
músico y gran profesional, pero sobre todo un gran tipo con un corazón enorme
que me dio la posibilidad de hacerme conocer en Madrid y poder contar mi
carrera y mi proyecto de documental que estuve grabando en Europa. Esto sin
dudas fue, junto a aquel ensayo con el grupo Noi en Berlin, un suceso que jamás
podré olvidar. Como siempre, tuve al amor de mi vida bien cerca, acompañándome
y documentando todo lo que sucedía.
La última
noche antes de partir rumbo al País Vasco Santiago nos invitó a comer un asado
a la casa de sus padres, Paco y Rosa, con quienes disfrutamos de una gran
despedida junto a Anne, Naty y Pipo.
Y de pronto
allí estábamos: cenando bajo un cielo estrellado en algún rincón de San Agustín
de Guadalix, junto a hermosas personas (al igual que en Berlín, Viena, Paris,
Múnich, Londres, Roma y Barcelona), disfrutando de un típico asado y charlando
sobre el viaje, la vida y los sueños. Allá, del otro lado del océano, tan lejos
y tan cerca, como si el mar fuera un espejismo, como si el viaje no fuera un
viaje, sino una película. Nuestra película. Un film con final abierto y al
cual, todavía, le quedaban varios capítulos por recorrer.
En eso
pensábamos, mientras la tímida brisa que atenuaba las brasas del asado nos
refrescaba el alma, una calurosa noche en San Agustín, cerca de Madrid.
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