viernes, 27 de julio de 2012

MADRID


Madrid es, de todas las ciudades europeas que visitamos, la más parecida a Buenos Aires. Los edificios que se abren paso a lo largo de la Gran Vía son de características similares a algunos que se pueden ver sobre la Avenida De Mayo, y el Parque El Retiro tiene algunas cosas de los Lagos de Palermo. Si a eso le sumamos que allí nos esperaba una gran amiga para hospedarnos por seis noches junto a su linda familia, ¡bingo! 




Llegamos a Madrid unos días antes de lo previsto debido a las circunstancias del viaje. Estábamos bastante cansados ya que habíamos recorrido muchísimos kilómetros en poco tiempo, por lo que llamamos a Naty y la sorprendimos con nuestra llegada anticipada. Con ella cursamos toda la escuela secundaria en Argentina pero desde principios del 2000 se instaló en España en donde conoció al amor de su vida, Santiago. Juntos ahora crían a Anne, una hermosa beba que es más linda que una muñeca. Y también cuidan de Pipo, un inteligentísimo y tierno border collie. Naty y Santi nos recibieron con unas cervezas y una rica cena. Nos pusimos al corriente de nuestras vidas y al otro día hicimos con Pao un viaje relámpago a Toledo, una increíble ciudad amurallada que aún conserva el aspecto medieval de antaño (junto a Brujas, Burgos y Fiésole son de las más antiguas que vimos).



Volvimos a Madrid con un calor de locos: 35 grados (que al parecer no son demasiado ya que en verano la temperatura suele trepar a ¡más de 40°!) y aprovechamos la luz del día para pasear por la ciudad. Fuimos a la Puerta de Alcalá y nos sacamos unas cuantas fotos frente a ese histórico sitio que aun conserva, como huellas de una guerra que no se puede olvidar, las marcas de las bombas sobre el cemento que fueran arrojadas en tiempos del Franquismo y la Guerra Civil Española. Luego seguimos caminando por esa zona y llegamos al Parque El Retiro, un enorme espacio verde con un lago en el medio y un Museo de Vidrio que es muy pintorezco por fuera pero que no tiene mucho para mostrar en su interior. Luego pasamos por una Feria de Libros usados, por el Museo del Prado y el Jardín Botánico y fuimos a almorzar a un bar llamado Hitchcock.



Al día siguiente aprovechamos que era fin de semana y paseamos con nuestros amigos. Pasamos el domingo en el famoso Mercado El Rastro, que se desarrolla a lo largo de una zona de calles en donde miles de puesteros ofrecen todo tipo de mercaderías. El mercado estaba repleto de familias, como es costumbre cuando hay buen tiempo. Luego de recorrer la zona por unas horas tomamos un aperitivo en un bar y nos fuimos a preparar la cena de esa noche (deliciosas empanadas criollas hechas por Pao), previo paso por IKEA, la tienda sueca de productos para el hogar más importante de Europa. Santi y Naty nos brindaron todas las comodidades y ya desde la primera noche nos sentíamos como en nuestra propia casa. 




Durante los días de semana que siguieron continuamos recorriendo y conociendo Madrid. Nos perdimos por sus calles, admiramos sus bellos edificios y sus verdes parques, visitamos la Plaza Mayor y la Puerta del Sol, caminamos la Gran Via y la Calle de Alcalá, dimos una vuelta por la zona del Palacio Real, vimos el Templo de Debod, fuimos al Museo Reina Sofía y al Santigo Bernabeu (estadio del Real Madrid), y disfrutamos de unos sabrosísimos montaditos acompañados siempre de fresquísimas cañas (así le llaman en Madrid a los vasos de cerveza).   

Pero también aprovechamos para descansar y conocer otro hermoso pueblo: San Agustín de Guadalix, que queda a menos de 40 kilómetros de Madrid y es el sitio en donde viven Naty y Santi. Con ellos fuimos el último día a visitar el huerto que están construyendo entre las sierras (una iniciativa digna de admirar e imitar), en un lugar puro y natural que inspira paz y tranquilidad. 



Un día antes había tenido una entrevista radial en vivo (acústico incluido) con el maestro Claudio Gabis, gran guitarrista de Manal: banda mítica y fundacional del Rock argentino y latinoamericano. Fue en su programa de la Radio del Círculo de Bellas Artes. Claudio es un excelente músico y gran profesional, pero sobre todo un gran tipo con un corazón enorme que me dio la posibilidad de hacerme conocer en Madrid y poder contar mi carrera y mi proyecto de documental que estuve grabando en Europa. Esto sin dudas fue, junto a aquel ensayo con el grupo Noi en Berlin, un suceso que jamás podré olvidar. Como siempre, tuve al amor de mi vida bien cerca, acompañándome y documentando todo lo que sucedía. 



La última noche antes de partir rumbo al País Vasco Santiago nos invitó a comer un asado a la casa de sus padres, Paco y Rosa, con quienes disfrutamos de una gran despedida junto a Anne, Naty y Pipo. 

Y de pronto allí estábamos: cenando bajo un cielo estrellado en algún rincón de San Agustín de Guadalix, junto a hermosas personas (al igual que en Berlín, Viena, Paris, Múnich, Londres, Roma y Barcelona), disfrutando de un típico asado y charlando sobre el viaje, la vida y los sueños. Allá, del otro lado del océano, tan lejos y tan cerca, como si el mar fuera un espejismo, como si el viaje no fuera un viaje, sino una película. Nuestra película. Un film con final abierto y al cual, todavía, le quedaban varios capítulos por recorrer.

En eso pensábamos, mientras la tímida brisa que atenuaba las brasas del asado nos refrescaba el alma, una calurosa noche en San Agustín, cerca de Madrid.

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